Pentagate

El Asesor


Acá en Chile el verano está que arde. No tanto por lo alta de las temperaturas -que superan los 33 grados últimamente- sino por el desfile de desatinos políticos-comunicacionales y empresariales políticos. Desde la entrevista de la  ex ministra de Salud Helia Molina hasta las últimas frases para el bronce del caso Penta, coronada por el #ErrorInvoluntario de la senadora Ena Von Baer. Dentro de los millones de caracteres escritos, tinta derramada, hojas impresas, minutos de televisión  y demases siempre al final de la conversación surge. «Es que estaba mal asesorada» o mejor aún «¿Qué clase de asesor tiene que les deja decir semejantes cosas?

¿Se imaginan si no hubiesen tenido uno?

El caso más paradigmático es el de Helia Molina. Hace un tiempo escribí una columna sobre cómo las personas entrevistadas sentían que habían sido sacadas de contexto luego de una entrevista Al parecer la señora Moilna o sus asesores no la leyeron a tiempo. Pero el fondo de la cuestión sigue siendo el mismo, hay que hablar en la medida en que existe algo que decir y aportar. Tener claridad en el mensaje, en su forma y su contenido, antes de entregarlo. Pero ante todo evitar tentaciones del tipo «es que ya estábamos terminando la entrevista y me sentía con un poco más de confianza y por eso lo dije así» o confiar en que se puede invocar el Off The Record durante la entrevista.

Un tema complejo, como el aborto terapéutico no se pueden dar a arranques de «sinceridad» o «salidas de libreto». El tema es un tabú en la sociedad chilena y comunicacionalmente debe ser abordado con la máxima preparación. Cualquier desvío puede significar que el tema se estanque, retroceda o peor aún, que muera.

En poco tiempo La Moneda le quitó validez a sus declaraciones sobre las clínicas del barrio alto que hacen abortos escondidos como apendicitis, sin dar pruebas o caso concreto alguno. Molina falló en entender que tanto la forma como el fondo son igual de importantes en la comunicación de hoy. Sobre todo si tienes rivales políticos atrincherados y enredados en su propio laberinto que buscan cualquier excusa que les permita quitarse del foco.

Aquí no falló el asesor, falló el vocero.

La única culpa de él en todo caso es no haber tenido la capacidad de dar por terminada la entrevista en el momento preciso.

En general, a más larga la entrevista, mayor probabilidad de meter las patas. Unos treinta minutos es un tiempo suficientemente largo. Más allá de eso se entra en terreno desconocido. Más allá, hay que tener un vaso de agua que «sin querer» se puede dar vuelta…

El caso de la senadora es aún más llamativo. Hace unos meses, cuando el caso Penta comenzaba a salir a luz, y se filtraban los nombres de los políticos que habrían recibido dineros «por afuera» para financiar sus campaña, Ena Von Baer, senadora por la región de Los Ríos fue enfática en señalar que no correspondía hacer declaraciones sobre la base de filtraciones y que ella no estaba involucrada.

La entrevista de Ena Von Baer, ex Vocera de Gobierno durante la administración Piñera, fue tajante. Negó toda clase de contactos con los dueños del grupo Penta ya sea porque se emitieron boletas de honorarios por servicios no prestados o por cómo le pregunta Daniel Matamala de CNN le pregunta directamente si ella le pidió apoyo a Carlos Alberto Délano (minuto 2.00) del video.

Semanas después se publica el correo electrónico donde ella misma le pide dinero, unos 100 millones de pesos de chilenos o poco menos de US$200 mil dólares. La explicación de ella es que se debió a un «error involuntario».

Este en típico caso de una persona sobreconfiada en sus capacidades que ante el vendaval terminado buscando apoyo, ya no de gente que pueda entender más o menos de comunicaciones, sino de abogados cuyo foco es la interpretación de un tribunal y no de personas comunes y corrientes. La distancia entre la su congruencia entre lo que dice y hace es ya hoy muy amplia y pierde credibilidad en cada minuto que pasa.

¿Asesoría? Es posible, pero tendría que ser casi un milagro para que se salve, pero ojo que no siempre es culpa del asesor. No importa que tan bueno sea uno, si el estimado mete las patas o simplemente no le da, no hay asesoría que sirva.

Anuncio publicitario

La Casa de Cristal


El concepto es bastante simple. La ubicuidad de los medios, de las cámaras que hoy están presentes en más de 15 millones de teléfonos móviles en Chile, de que cualquiera puede iniciar una campaña viral en twitter (para bien o para mal), que cualquiera puede transformarse en una fuente, que cualquiera puede filtrar información, es un valor básico en una sociedad transparente. Que todos estamos expuestos a que todo se sepa, a que nada es privado. Vivimos en una casa de cristal.

Pero global.

Para las empresas, organizaciones y líderes de opinión, de todos los ámbitos es un hecho. Pero si lo vamos a hacer, hay que hacerlo bien. No a medias, porque entonces los resultados son horribles. En todo el Pentagate pareciera que la casa de cristal tiene los vidrios sucios. Todo lo que se sabe son transcendidos, es decir, información que viene desde la opacidad, desde los rincones más oscuros de la máquina político-judicial que se aprovecha del hambre del golpe periodístico para «informar» primero pero no mejor.

Por eso que esta selección de personas «nombradas» en el expediente tenga un tufillo de operación política más que de investigación judicial. Tiene más de manipulación que de transparencia. Los columnistas, opinólogos políticos (incluidos diputados y senadores de lado y lado) han salido a rasgar vestiduras sobre la importancia de la transparencia, basándose en información que es más un rumor, una filtración y que buscan la gloria del golpe político o comunicacional.

Todo bien, hasta que nos damos que en la casa-realty-de-cristal estamos todos. Y lo que hoy decimos y declaramos queda registrado. Lo que hacemos y dejamos de hacer.

Me pregunto entonces, cuando a todos estos opinólogos que rasgan vestiduras por la transparencia les llegue su turno, sus quince minutos para explicar por qué hicieron algo o dejaron de hacerlo. Seguramente hablarán de privacidad indivual, del espacio propio, vital, íntimo que ha sido vulnerado.

Pero en las casa de cristal eso no existe. Y si no lo entiende, no entre al juego. No diga que no le advirtieron.

Cinco Películas Imperdibles


Con tanta cosa sobre allanamientos que en realidad no lo son, agencias de comunicaciones involucradas, candidatos presidenciales, ex presidentes de clubes de fútbol que sueñan con volver a serlo prometiendo estadio nuevo, diputados tratando de explicar lo inexplicable en cámara… O sea, todos los elementos de una buena película.

Y cómo hoy es viernes, y en este blog nos gustan el buen cine y sobre todo las buenas historias, les compartimos cinco películas imperdibles sobre política, comunicaciones y porque no un poco de buen humor:

  1. Thank you for Smoking (2005). Una sátira maravillosa sobre las grandes maquinaciones del lobby del tabaco en Estados Unidos. Humor negro del bueno, donde no se salva ninguno. Si usted ha trabajado alguna vez es esto de las comunicaciones estratégicas se va a sentir identificado.Lo más notable, el Club de la Muerte.
  2. Wag the Dog (1997). Dirigida por Barry Levinson y protagonizada por dos grandes actores como De Niro y Hoffman es básicamente un delirio. Notable mezcla de política, escándalo de faldas (mucho antes del sexting…) y Hollywod. También una sátira que entre tanta exageración no deja de tener un cierto aire a realidad. La duda es cómo sería una actualización de esta historia a la realidad de los medios 24×7 y las cámaras omnipresentes en tanto smartphone que hay hoy día.
  3. Frost/Nixon (2008): Personalmente creo que la entrevista es un género mayor del periodismo. Ser un buen entrevistador es un arte. Se requiere talento pero también preparación. Y la película se construye sobre la base un conductor de farándula que entrevista a un ex-presidente que ve la oportunidad de lavar su imagen… Una joya cómo entiende el género televisivo, la importancia de la cuña, del primerísimo primer plano.
  4. No (2012): Una joyita. Una vez tuve la oportunidad de compartir un vuelo con Gael García y no pudimos evitar hablar de la película y de lo potente que era la historia y que era muy importante que las nuevas generaciones comprendieran el tremendo sacrificio que hizo esa generación. Si bien su personaje es en realidad un constructo (basado en múltiples personas reales) la historia de la campaña del No es un caso de comunicación política impecable. Tras 15 años de silencio bajo la dictadura y con la posibilidad de poder dercirlo todo en 15 minutos de TV durante dos, la campaña usa todo los códigos de la publicidad y enfatiza un futuro mejor sin caer en la tentación de enfocarse en el lado oscuro de lo vivido durante esos años. Mención aparte para mi suegro, el gran Jorge Stipicic, que era locutor de la franja y se lo escucha clarito en el video del carabinero que golpea a un manifestante y dice «este chileno quiere paz..»
  5. All the President’s Men (1976): Un clásico. Todos los que estudiamos periodismos vimos esta pelicula. Basada en la historia real de Carl Bernstein y Bob Woodward, es la base del thriller político y del periodismo investigativo de tomo y lomo. Y todos andamos siempre detrás de ser el próximo en descubrir un nuevo Watergate. Tal vez por eso es que cada vez que se destapa algo lo apellidan XXXgate Ahora estamos los meses del Pentagate

Cinco películas para disfrutar y pensar en cómo descrubrir el próximo «casogate» a la orden. El ránking es aleatorio y personal. No pretende ser «la guía» pero si cree que me falta alguna, dígamelo.