Hace algunos meses, después de la aplastante votación de Michelle Bachelet en la segunda vuelta electoral, se daba inicio al proceso de renovación en los principales partidos de derecha. Que había que poner caras nuevas, gente joven, con una mirada fresca, con puntos de vista nuevos. Bueno pues, a poco más de un año de ese momento la señal es clara. Ernesto Silva asumió en la UDI y el partido se hizo aún más conservador, más intolerante, más xenófobo, más reducido. Es en realidad, un Tea Party chilensis, que busca rescatar la identidad de lo que realmente significa ser chileno, siempre y cuando esa definición sea la de ellos. El resto, son peligrosos, enemigos, aprovechadores y usurpadores.
Debo reconocer que en algún momento le tuve fe. Pensó que podía cambiar el texto fundacional de la UDI y no le alcanzó. Y ayer, luego de leer su entrevista pensé que estaba leyendo a una senador republicano, desde esos pro Tea Party, como Ted Cruz. La cita es así «“nosotros creemos en la libertad de los papás y nuestro propósito es detener esta reforma. Vamos a tratar de usar todos los mecanismos que permitan convencer para generar cambios. Y si se aprueba esta reforma como está, nuestro programa de gobierno se enfocará en revertirla».
O sea, un muy adulto No, No, No y No, porque No.
Todo el esfuerzo de la oposición será entonces destruir, obstruir, negar. Usar todas las armas disponibles para eso, incluso si eso significara usar aquellas que signifiquen su propia destrucción, como buscar resquicios por el Tribunal Constitucional, validando así a todos quienes quieren una nueva constitución ya que la actual no es capaz de interpretar el país que queremos construir. Sólo subirá la presión para una asamblea constituyente en donde un grupo minoritario como la UDI no tiene nada que hacer.
Ernesto Silva y sus amigos están polarizando el país llevándolo a una retórica extrema, donde finalmente el gobierno se va a ver obligado a usar los votos y no dialogar, porque simplemente no se puede. Y ahí perdemos todos.
Negarlo todo, obstruirlo todo, revertirlo todo. Construir, nada. Igual que el Tea Party de Estados Unidos, extremando argumentos, aumentando la intolerancia. Pero el sistema político es disitnto, no es le mismo, ni las elecciones parlamentarias son iguales ni la elección presidencial es igual. Creer que la formula de allá funciona acá es no entender mucho.
La UDI además le terminó haciendo un favor a Eyzaguirre con el show de la interpelación. La diputada Hoffman, otra de las representantes de esta nueva camada simplemente no pudo y más que ayudó a validar la reforma y al ministro de Educación que otra cosa.
Porque la estrategia es clara, hacer ruido, como sea, donde sea. Extremar los argumentos y gritar más fuerte. Si no es Silva, es Hofmann, es Macaya, es Axel Kayser con su ya memorable columna en donde grita, con signos de exclamación que La Educación no es un Derecho.
Y se produce un espejismo. Una cosa es decirse un partido de clase media y otra muy distinto es serlo. Es fácil decir que los diputados de la UDI están con la gente mientras graban un video viral en un hermoso parque en las zonas más elegantes de Santiago, con un montón de autos cero kilómetro en el fondo.
El país necesita una oposición de verdad, con argumentos y visión de país. Pero al parecer trajeron a los cabros chicos y cuando se les acaban los argumentos usan el viejo y querido No, No, No y No, porque No.