En política, que tiene mucho de comunicación, las cosas suelen ponerse complejas. Sobre todo si las posiciones se extreman, los argumentos se llevan al máximo y pareciera que se hace imposible llegar a un acuerdo, a un punto común. Mal que mal, eso es lo que le pedimos a nuestros representantes en el Congreso.
Pero, en esta reforma educacional sobran argumentos, sobra ideología y falta claridad. Pensemos, por un minuto en el No relato de la misma. ¿Hay alguien que pueda decir a ciencia cierta en qué consiste la reforma? ¿Qué es lo que se quiere lograr? ¿Por qué hay que hacerla? No.
Analicemos el momento actual desde una perspectiva de storytelling, del famoso y trillado relato. Veamos los distintos elementos.
¿Cuál es la historia? Existen muchos arquetipos que podemos usar para entender la historia de la reforma, pero pareciera no estar muy claro. ¿Es la Reforma una historia de cómo vencemos a la maldad o es la Reforma una historia de crecimiento, como el patito feo, que luego de todos los problemas se da cuenta que en realidad no era feo sino que era hermosos y admirable? Curiosamente ambas historias están sobre la mesa.
La Reforma es en realidad una lucha por vencer a la más difícil de los villanos. Es un villano que no tiene rostro, que no es un persona, pero que de tanto en tanto, se encarna en el algo, en alguien. El villano de la reforma no es la derecha. Tampoco es el lucro. El malo de la película es la desigualdad de oportunidades. Cuando el discurso se centra en la maldad del lucro en educación se comete un error enorme, porque si bien es un elemento importante de la discusión, no es el malvado de la historia. Podria ser un secuaz, pero en ningún caso es la fuerza antagonista.
Pero es un hecho que en 2011 se generaron las condiciones para identificar al malo. Se dió pie a ese «llamado» o vocación para vencer al malo. El punto es que no tenemos un héroe que tome la responsabilidad de enfrentarlo y vencerlo. El escenario del teatro está lleno hoy de personajes secundarios, de aliados que quieren -de buena fe- ayudar a vencer al malo, pero no están al servicio de un héroe.
Y es aquí donde corre riesgo la reforma. En términos políticos u organizacionales se llama falta de liderazgo. Personalmente me hubiera gustado que alguien me contara la película, para entender qué es lo que quiere hacer el gobierno. ¿Son los colegios particulares subvencionados los malos de la película? Por cierto no, ni siquiera son un secuaz, ¿Ese era el punto de partida, es ahí donde se generar la desigualdad de oportunidades?
Y el gobierno ha estado mal en hacerle entender a la gente cuál es la historia, quienes son los malos y los secuaces. Enteder quien es el héroe (que hoy no existe) y quienes lo apoyan, que al final del día somos todos, en una masa amplia, tan amplia que no somos ninguno. Sin un héroe claro y definido, la historia no se va a desarrollar bien.
¿Cómo sigue? Probablemente, y siguiendo un arco dramático tipo, nos estamos aproximando a la primera batalla entre las fuerzas del mal y las fuerzas del bien. Va a ser una lucha reñida, en donde las fuerzas del mal probablemente estarán a punto de vencer o incluso ganar el primer round. Y es aquí donde debe verse la templanza del héroe, su capacidad de entender qué fue lo que salió mal, de reparar sus heridas y rearmarse. Luego en el enfrentamiento final, ese que está hacia el final de la película, podrá vencerlo. No antes.
En la película de la reforma nos falta todavía para ver el final. Ya estamos todos en el cine, excepto el héroe que parece no haber llegado.